Su nombre es evocador:"lugar de los 9 manantiales". Los antiguos nahuas y otras etnias mesoamericanas creían que entre esta vida y el Más Allá existía un río, el Chignahuapan, que todo espíritu debía cruzar al morir. Aprovechando el temor de los indígenas por este mito, los evangelizadores afirmaron que el Río Chignahuapan era infernal, asociando el Más Allá mesoamericano con su propio infierno, tanto el inventado como el interno. La distancia entre uno y otro es enorme.
La población de Chignahuapan, tan de sueño, tan hecha para el viaje, posee tres templos de suma importancia. El más antiguo es la parroquia dedicada al apóstol Santiago, de bella fachada, elaborada a base de estípites propios de la segunda mitad del siglo 18 y pintada de colores chispeantes: los grandes ángeles guardianes que flanquean la entrada y la imagen de Santiago cabalgando son las más graciosas representaciones del conjunto elaborado en argamasa. Los retablos del interior, tallados con excelencia, pertenecen a la misma época barroca. La parroquia fue construida por los frailes franciscanos hace más de 300 años.