Tequesquitengo

Tequesquitengo 1

Cuentan que un día apareció frente a la puerta de la iglesia de San Juan Bautista un borbotón de agua; primero era poca y los pobladores la recogían sin problema. Después aumentó y poco a poco comenzó a entrar junto con los fieles a la iglesia, y con ellos salía; los acompañaba a sus casas. Hasta que cubrió por completo al pueblo de Tequesquitengo.
La única forma de ver la iglesia y los restos de los techos de teja de las casas es buceando.
Tequesquitengo aún es celoso con su iglesia. No cuenta con servicios especializados para bucear. Así que quien se aventura a conocer su tesoro escondido, lo hace "en clavada" o llevando su propio equipo.


Muchos visitantes llegan cada fin de semana a Teques atraídos por varios de sus imanes. Entre los preferidos están los deportes, como el esquí acuático, el vuelo en ultraligeros, el paracaidismo o los paseos en lancha.
Allí se hacen diversos torneos a lo largo del año y algunos festivales. El lugar cuenta con la infraestructura suficiente: hoteles y clubes de playa donde se puede pasar la noche y tomar un buen bronceado. También hay playas públicas. La gente hace su picnic sin pagar nada.

 

Tequesquitengo

 

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Zoofari, Teacalco

La aventura se vive en un recorrido por automóvil, donde todos los visitantes pueden ofrecerle a los animales el alimento que se vende en el lugar.
Uno de los primeros habitantes que se visitan es Domingo, una jirafa a la que se le puede alimentar desde el vehículo.
Otra de las atracciones es Shanti, un elefante que amablemente se deja montar para tomar la foto del recuerdo.
 


Después del recorrido en auto se puede caminar a las orillas del lago del lugar para apreciar de cerca a los pelícanos, patos o tortugas.
En la isla del mismo lago hay monos araña que se divierten entre ellos columpiándose en los árboles o rascándose la panza.
En otra de las secciones se encuentran los bisontes americanos, búfalos acuáticos, entre otras especies.
En la penúltima sección, una elefanta asiática llegada de la India hace 13 años, da la bienvenida a los visitantes.


Más adelante visitarás un rinoceronte de más de 20 años.
Los flamencos chilenos constituyen otra de las atracciones, al lado de cebúes enanos, tigres, leones y panteras.
Como complemento, los pequeños pueden disfrutar de un paseo en pony o cabras, o bien, subirse a un dromedario para dar la vuelta en la zona.
Después del arduo paseo, toda la familia podrá pasar un día de campo en la zona o visitar el restaurante Timbuktú.

 

Zoofari, Teacalco

 

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Chalcatzingo

Domitilo Palma se empeña en hacer del Museo de Chalcatzingo, en Morelos, su forma de vida. Domitilo ya no puede sembrar porque en sus tierras hallaron vestigios prehispánicos; a cambio lo compensaron -a él y a cinco ejidatarios más- con un museo en el que puso sus esperanzas de una vida mejor. Él participó en las excavaciones del 2004 que trajeron a los investigadores a Chalcatzingo luego de 30 años.
Más de 240 piezas, en su mayoría cerámica, conforman la colección del Museo de Chalcatzingo. Aquí se hallan vasijas, cucharas, braceros, figuras femeninas y hasta un esqueleto. La mayoría de éstas se localizaron en las excavaciones de 1972 a 1974; desde entonces se encontraban bajo la custodia del INAH, otras se exhibían en el Museo Histórico del Oriente de Morelos, en Cuautlamotas como el mil 300 a.C.

 

Chalcatzingo

 

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Amatlán de Quetzalcóatl

Su marco de montañas amaderadas y la historia de un rey es el motivo por el cual muchos de los turistas de Tepoztlán (a 20 minutos de ahí), prefieran la calma de un poblado que se considera sagrado. Cuando se voltea la mirada hacia arriba, sobresale el Cerro de la Ventana, llamado así por tener un hueco que simula un vitral natural. En este lugar, que muchos consideran magnético, hace unos 3 mil años nació Cé Acatl Topiltzin, mejor conocido como Quetzalcóatl. A una hora caminando de Amatlán, luego de descender valles y subir cerros, se encuentra el lugar que muchos historiadores coinciden fue donde al futuro rey se le otorgó el nombre de Cé Acatl Topiltzin Quetzalcóatl. Este personaje ha marcado hasta hoy el rumbo del pueblo.

 

Amatlán de Quetzalcóatl

 

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Río Amacuzac

Hay que poner atención a las indicaciones del guía, pues es importante saber cómo remar, flotar y qué hacer en caso de caer al agua, así tu primera experiencia en este deporte extremo no puede salir mal.
El rafting se ha convertido en una actividad para todos, incluso para los más pequeños.
El Río Amacuzac es considerado nivel 1 y 2, es decir, sus corrientes son tranquilas y es 100 por ciento navegable, por lo que este deporte tiene una seguridad garantizada.


En el poblado de Tehuixtla, por donde cruza el río, se han llevado a cabo labores de reforestación y se promueve una cultura del reciclaje, como es el separar la basura orgánica e inorgánica.
Todo lo que se consume en el campamento es producido por ellos mismos, de ahí que después del descenso en el río se disfrute de una botana de jícamas, zanahorias y fruta del pan (una especie de papaya cuyo sabor es una combinación de mango y plátano), así como una comida con carne, tortillas recién hechas y agua de jamaica.

 

Río Amacuzac

 

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Ruta de Zapata

La historia comienza por el final en la Ciudad de Cuautla donde se guardan los restos de Zapata bajo la imagen en bronce del caudillo. En la antigua estación de tren del lugar existe un museo y una locomotora de los tiempos revolucionarios que aún funciona, a pesar de que sólo sobrevive un breve tramo de las vías. A poca distancia de ahí, el Registro Civil muestra una placa del lugar donde el cuerpo de Zapata fue mostrado a la gente para que no quedara duda de su deceso. También encontrarás el poblado de Anenecuilco que es en donde, con más recelo, guardan y estudian la memoria del caudillo. La casa de adobe donde nació se resguarda en una cúpula de cemento que intenta impedir que se deteriore. Su cuartel en Tlaltizapán es ahora también un museo que conserva una nítida memoria del General.

 

Ruta de Zapata

 

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