Yunuén significa "media luna", por la forma curva de la isla de unos 200 metros, y su principal actractivo es su vegetación siempre verde y fresca, así como sus construcciones típicas que reflejan las tradiciones y la cultura ancestral de sus habitantes.
Un andador la recorre a lo largo, desde el sencillo embarcadero -puerto de la isla- hasta su extremo opuesto, donde en 1993 se inauguraron 9 cabañas de madera para recibir turistas, un comedor, una tienda y un salón de juegos.
El 1 de noviembre el pueblo aguarda la llegada de los que vienen del otro mundo, por lo que va al panteón a realizar la "kejtzítakua zapícheri", velación de los angelitos o muertos chiquitos, que se realiza temprano en ese día.
Se reza en la tumba mientras se colocan y encienden velas y algo de ofrenda: atole, pan, figuras de azúcar, así como el juguete preferido.
Según la creencia del lugar, los familiares fallecidos vienen desde el Cumiehchúcuaro, el reino de los muertos del que hablaban los purépechas prehispánicos.
En una estructura de carrizo en forma de X, llamada corona o arco, forrado completamente con "tiringuini tzitziqui" o cempasúchil se cuelgan flores lilas, fruta, pan, figuras de alfeñique, entre otros alimentos, además de las bebidas preferidas, y se coloca en lo alto de la huatzácuri (ofrenda), y es la parte más vistosa y distintiva.