Toniná

Toniná es un montículo artificial de 7 plataformas de casi 70 metros de altura con numerosos palacios, templos y altares, en donde se gestó una singular casta de príncipes guerreros que, entre los siglos 6 y 10, ejerció su poderío militar sobre todas las ciudades de la cuenca del río Usumacinta, incluyendo a Palenque, Yaxchilán y Bonampak. Las esculturas de Toniná son poseedoras de un sello muy realista y de trazos delicados, diferentes a las de otros sitios mayas de la región. El corazón de este sitio está cimentado en una plataforma de 6 hectáreas de superficie, rodeada de una gran barrera arquitectónica, donde se construyeron templos, altares y canchas de juego de pelota. Con 16 metros de largo y 3.30 de altura, hecho en estuco y con policromía, existe un mural que es una obra que no tiene parangón en el arte prehispánico.

 

Toniná

 

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Parque Las Guacamayas

El atractivo principal de Las Guacamayas es la observación de la fauna silvestre… En la región habitan más de 300 tipos de aves, 109 especies de reptiles y anfibios, y mamíferos tan representativos de Chiapas como el mono aullador o saraguato y el jaguar. Los tres recorridos principales para ver los animales y las más de 300 especies de árboles, algunos de más de 35 metros de altura, son efectuados en compañía de un guía por áreas totalmente diferentes: el área de los venados, de los saraguatos y la de la guacamaya. El recorrido por este lugar te dará la oportunidad de conocer, en su hábitat natural, especies como el Mono Saraguato, La Guacamaya Roja, el Venado Cola Blanca, el Tucán y el Gavilán Nevado.

 

Parque las Guacamayas

 

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Cavernas de Teopisca y Guaymas

Gran parte del suelo del Estado de Chiapas está estructurado por capas de piedra caliza, un material sensible a la erosión del agua que favorece la formación de sistemas cavernarios.
Comúnmente estos tesoros naturales sólo son accesibles para los espeleólogos, sin embargo, para los ajenos a esta actividad, la naturaleza ofrece sitios como Teopisca y Guaymas, dos balcones al oscuro mundo interior que nos permiten apreciar, sin la ayuda de lámparas ni reflectores, esas formaciones caprichosas llamadas estalactitas y estalagmitas que, con la presencia de la luz solar, adquieren colores y formas inusitadas.
La caverna de Guaymas es también un gran salón cuya bóveda se levanta a más de 30 metros de altura, y aunque un poco más oscuro que su similar de Teopisca, el salón de Guaymas es rico en estalactitas en forma de amplios mantos o cortinas que se funden con el suelo.
En Teopisca las estalagmitas están al alcance de la luz solar, brillan con el resplandor; algunas tocan el cielo de la cueva, otras son floreadas, derretidas como cirios y veladoras apagadas.
Por el influjo del resplandor exterior las rocas de las cuevas de Teopisca y Guaymas están teñidas de suaves colores: el verde de los musgos y el cristalino de los escurrimientos calizos, hay tonos azulados, amarillos, rosas, generados por las sustancias químicas que contienen las piedras.

 

Cavernas de Teopisca y Guaymas

 

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San Cristóbal de las Casas

La carretera está llena de curvas de principio a fin, así que debes ir preparado para posibles mareos. Una vez en San Cristóbal te das cuenta de que todo el "sufrimiento" durante el trayecto vale la pena. La recompensa es una ciudad simplemente hermosa, que se recorre a pie, como la palma de la mano.

En cualquier calle que te metas encontraras algo encantador, ya sea una iglesia, un mercado, restaurantitos típicos y coloridas casas. Estos sencillos atractivos te van llevando lentamente hasta desembocar en la plaza principal, donde te quedarás con la boca abierta: una enorme iglesia amarilla se alza imponente, se trata de la Catedral. Bancas a su alrederor, indígenas vendiendo el fruto de su trabajo e ingeio complementan el cuadro con asombrosa armonía.
A 17 km de San Cristóbal está San Juan Chamula, una de las comunidades indígenas más emblemáticas del País. Ahí encontrarás las ruinas de la antigua iglesia, consumida por un incendio y rodeada por el panteón con un montón de cruces en cada tumba. Es mejor guardar tu cámara, pues a los habitantes no les gusta ser retratados.
Por nada del mundo te pierdas la experiencia de conocer la iglesia de San Juan Chamula, es impresionante.

 

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Villa de Acala

Desde muy temprano la gente compra las flores que adornarán los altares: la roja flor de seda, la blanca nangaña, los alcatraces y la amarilla flor de nulibé que en otras partes conocen como cempasúchil.

 

No deben faltar las velas ni las veladoras, el incienso de estoraque ni el dulce de calabaza con piloncillo, parte primordial de las viandas que se ofrecen a los que se fueron para no volver, a los que sólo regresan en estas fechas sagradas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos.
Según la tradición, el 31 de octubre llegan las almas chicas y el día 1 las almas grandes.
En el mercado de este pueblo, como en la mayoría del resto de Chiapas, se venden las almitas, dulces de azúcar refinada en forma de animalitos que, por tradición, se obsequian al espíritu de los pequeños malogrados.
También se les compran calaveritas, ataúdes en miniaturas de dulce, con un hilo para que levante la cabeza a la calaquita que ahí reposa, y unos panes de colores con forma de rostro o de pie que en el altar se disponen acompañados de un tazón de atole o chocolate.
Desde la noche del 31 salen al pueblo pandillas de chamacos disfrazados de calaveras, changos y otros espantos a pedir "calabacita tía", gritando un "que viva la tía" a las que les dan dulces o monedas y "mueras" a las pocas que les niegan algo de las suculencias que acompañan los altares.

 

Villa de Acala

 

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Boca del Cielo

Boca del Cielo 1

Chiapas es un estado que lo tiene todo: selva, zonas arqueológicas, ciudades coloniales y también playas.  Y si de playas se trata, una de las más bellas es sin duda Boca del Cielo. Esto es por varias razones, la principal, es que se trata de una playa virgen, a la que no han llegado aún … Leer más